viernes, 1 de febrero de 2013

Déjame...

Deja que vengan a pasear los colores.
Observa como la arena queda bajo las olas.
Mira como las calles se llenan de olores
y la luna va quedando cada vez más sola.
 
Querer y no poder agarrarme a esta cama.
Déjame, deja que me ate a este lugar.
Que no quiero volver a ver a quien me ama.
Que ya en vida no quedan ganas de jugar.
 
Deja que mi cabeza repose en la almohada.
Mis ojos cansados necesitan oscuridad.
Al abrirlos no encuentro un cuento de hadas.
Nada bueno, solo hay restos de maldad.
 
¿Te da igual encontrarte al mirarte en el espejo?
Deja que me esconda en el interior de mis heridas.
Pues al encontrarme a mi mismo como un reflejo
me siento desorientado como una bala perdida.
 
Deja que quiera verte cuando caiga la luz.
La vida está rota y la muerte se aleja.
Deja que pueda librarme de esta cruz.
Despeja la densa niebla que persiste, despeja.

Deja que mis labios rocen los tuyos, tan fríos.
Yo dejaré que sin tocarme me abraces.
No existes, congelando todo en el estío.
Mas aún siendo invisible me satisfaces.
 
 Déjame. Diles que me olviden, que me dejen ya en paz.
Irme a otro lugar, ocultarme en un mundo encantado.
En el que con solo una sonrisa se llena de luces un haz,
y comienza la historia más hermosa que jamás han contado.

Este muro soporta golpes que nadie recordará.
¿Por qué? ¿Por qué la vida es un imposible?
Cambian los protagonistas, todo cambiará.
Mientras al final del camino nos espera impasible.

 

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