viernes, 1 de febrero de 2013

Aliento, desaliento

El agua me acaricia suavemente los tobillos.
La arena es de oro y el mar de cristal.
Deslizo mis dedos sobre la mojada arena, tranquilo.
Tranquilo por estar alejado de todo mal.
 
Veo los bosques y las montañas allá a lo lejos.
Lejos o cerca, no los consigo distinguir.
Y el rumor del aire fresco trae un consejo:
¿Vivir en sueños? No, soñar para vivir.

 
Todo negro y aparezco en una ciudad sin cielo.
Las gaviotas de las calles son las dueñas.
La gente vive encerrada tras un muro de hielo,
mientras el silencioso misterio es el santo y seña.

El camino me llevó, sin tenerlo en cuenta.
Camino lleno de curvas, de verde lleno.
Al recordar no puedo evitar que te sienta,
tristeza. Sentir vacío estando lleno.
 
 Se vuelve a bajar el telón y aparezco en un puente.
 Un puente que me lleva a lo que era inalcanzable.
Lo imposible lo encuentro cuando salgo de mi mente.
Mas aquel día sangraba, herido por un sable.

El mar intentaba rozarme, llegando a mi altura.
Me echaba de menos, yo le sonreía
Su recuerdo en la memoria todavía perdura.
Mi corazón no volverá a latir como latía.

No volví a sentir el tacto de tus finos dedos.
No te entregaste tanto como la vez anterior.
No volví a percibir tu mirar en los robledos.
Volviste a dejarme tu esencia en mi interior.

No quieras que no te extrañe, cuando
la última vez que nos vimos escuché campanas.
Hoy despierto cada mañana en tí pensando,
mientras veo pasar el día desde mi ventana.


Nos quieren separar, que nunca nos encontremos.
Camina, algún día tras los puentes podremos.

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